Para un bailador de cualquier estilo y ritmo ser expresivo, saberse mover, tener gracia y plasticidad es tal vez uno de los factores más importantes, después del disfrute, claro. Todo esfuerzo tiene su recompensa y todos los que piensan que jamás llegarán a bailar bien, con un trabajo corporal constante pueden llegar a mejorar lo inimaginable. Pero… ¿cuántos están dispuestos a ese sacrificio? Los que sólo quieren vueltas, seguro que no.
¡Envidia! Sana o insana. Eso es lo que sentimos cuando vemos lo bien que se mueve una salsera, lo sabroso que se menea un rumbero, la cadencia sensual de un bachatero o la espectacularidad de los giros de alguien que baila salsa L.A. Sea el estilo que sea, cuando estos bailadores logran transmitir, emocionarnos e impresionarnos, entonces sabemos que su expresión corporal va más allá de la técnica.
PAN PA’HOY…HAMBRE PA’ MAÑANA
En otros artículos he hecho referencia a los que quieren bailar salsa en tiempo récord. Esos salseros son los que aprenden muchas figuras pero su descontrol en el ritmo, su mala manera de mover los pies (los que los mueven) y su torpeza a la hora de llevar o dejarse llevar por la pareja ponen en evidencia su baile. Si se vuelven coleccionistas de figuras y descuidan el cómo hacerlas bien y cómo mover el cuerpo es pan para hoy y hambre para mañana. Sólo serán un cúmulo de vicios difíciles de mejorar. Las vueltas son buenas y divertidas, pero bailar es mucho más.
MALA INFORMACIÓN
Antes de seguir leyendo estas líneas piensen qué es lo primero que les viene a la cabeza cuando consultan los cursos de una escuela de baile y se topan con “Expresión Corporal”. A unos le suena a ballet, a otros a danza contemporánea y para muchos es un tremendo y descomunal “coñazo”, con perdón. Las clases de expresión que se hacen en escuelas de salsa están prácticamente vacías, nadie las solicita, sólo unos pocos lúcidos que saben darle la importancia que se merece. Esos que se han detenido a pensar: “¿Qué me pasa? Tengo años bailando y siento que no avanzo, sé un montón de figuras y no bailo como me gustaría”. En estas clases pocos hombres hay. Casi ninguno. Por eso se ha inventado llamar “Estilo femenino y masculino”, “Estilo hombre o estilo mujeres” o cada bailarín afamado le ha puesto su nombre a este tipo de clases en la que buscan enseñar el estilo propio que ellos han conseguido a lo largo de los años.
LA BARRERA DE LA VERGÜENZA
Una vez que alguien decide apuntarse, el primer motivo para darse de baja de una clase de expresión es la vergüenza. Es muy duro tener que enfrentarse a un espejo y parecer un pato mareao, confirmar lo tiesos que somos o dudar si tenemos o no articulaciones. El miedo al ridículo no permite que la gente avance en estos cursos y se sienten más cómodos escudados en sus giros, que por muy mal que los hagan siempre impresionan al que no sabe nada de bailar.
NO ES TÉCNICA, ES SENTIMIENTO
Hay bailarines profesionales casi perfectos en ejecución pero muy fríos a la hora de transmitir emociones. En la salsa hay canciones alegres, agresivas, tristes, melancólicas, fusionadas…y a cada canción hay que darle su interpretación. No se puede bailar “Tu amor me hace bien” de Marc Anthony igual que “Sonido Bestial” de Richie Ray y Bobby Cruz o una timba ‘afrocubaneada’ de Los Van Van igual que un Son de Africando. Cada tema tiene un espíritu y el mejor bailador (de escuela o no) es quien lo sabe interpretar, quien sabe sacar con el cuerpo lo que pide esa música, lo que dicta esa letra. Muchos llegan a sentirla en su corazón e incluso, en la piel…pero no saben cómo sacarla de allí porque no saben cómo expresarse con el cuerpo.
Las clases de expresión no son fáciles porque no se ven resultados inmediatos como en las de salsa, y eso frustra al alumno. Sólo los que perseveran podrán ver el cambio. Lo importante es saber que sí dan resultados.
PROBAR CON OTROS RITMOS
A los que no quieran ir a una clase de expresión pero quieren mejorar su estilo, lo más recomendable es que prueben con cursos no salseros: afrocubano, rumba, son, hip hop, ragga, danza contemporánea, danza del vientre, etc. Todos estos ritmos exigen mover el cuerpo, desglosar los movimientos, permitir mover diversos músculos, no sólo los de los brazos y las piernas, e interpretar la música. Todos estos bailes complementan al bailador de salsa, pueden darle plasticidad y personalidad para que no parezcan clones ni terminen aburriendo a la pareja, y lo que es peor…a sí mismos.
Escrito por: Juan Pachanga, Revistasalseros.com
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