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Los organismos unicelulares como las amebas cumplen todas las funciones vitales de un organismo vivo. En los animales más complejos, las células se especializan y se organizan en grupos o tejidos que cumplen funciones particulares. En los humanos y demás vertebrados, este proceso llega a su máximo grado de especialización: poseemos un tracto digestivo para digerir y absorber nutrientes, un sistema respiratorio para captar oxígeno y eliminar anhídrido carbónico, un sistema urinario para eliminar desechos, un sistema cardiovascular para distribuir el oxígeno y los nutrientes en todo el cuerpo, un sistema reproductor para asegurar la supervivencia de la especie, un sistema tegumentario que nos protege del ambiente externo, un sistema músculo-esquelético que garantiza las funciones básicas de respiración, alimentación, comunicación, locomoción, el movimiento del cuerpo en el espacio y el contacto con nuestro entorno, un sistema inmunológico para la defensa del organismo, y los sistemas nervioso y endocrino como coordinadores y reguladores de los demás. Como unidad fundamental de la vida la célula es capaz de reproducir todas las actividades del organismo vivo: crecen, se reproducen, se enferman, se reparan y mueren. Para ello, poseen "órganos" especiales que cumplen las mismas funciones de los distintos sistemas fisiológicos antes mencionados. A pesar de que no existe en el cuerpo una célula "tipo", la mayoría de ellas comparten diversas estructuras u organelas, que cumplen funciones específicas dentro del mecanismo de funcionamiento celular. Podríamos considerar a las mitocondrias como el aparato respiratorio de la célula, al retículo endoplasmático rugoso y a las vacuolas como el sistema circulatorio, al aparato de Golgi como el sistema digestivo y a los peroxisomas como el sistema urinario. Los lisosomas podrían considerarse como precursores del sistema inmunológico, y los ribosomas, del sistema endocrino. El núcleo de la célula, con el ADN que guarda los registros del código genético y dirige la síntesis de las proteínas, puede compararse con el sistema nervioso. En cuanto al sistema locomotor, la célula posee también un citoesqueleto formado por microtúbulos (similares a los huesos), microfilamentos que poseen actina, como los músculos, y filamentos intermedios que dan forma y cohesión a la célula, funciones similares a las de las fascias y ligamentos. La célula no solamente posee movilidad, sino que tiene estructuras como las cilias y los flagelos que podrían asociarse a nuestros brazos y piernas. La membrana celular no solamente cumple las funciones de protección y separación del ambiente interno y externo de la célula, sino que también asume la tarea de registro y selección de lo que entra y de lo que no ingresa, y la de abrirse y cerrarse en función de las condiciones del ambiente externo, como lo hacemos a través de la piel y los sentidos. Desde la simplicidad de la ameba, pasando por las esponjas y los demás estadios de la evolución filogenética, cada célula es un organismo autónomo, con capacidad de pensar y tomar decisiones, mantener su homeostasis y relacionarse formado "comunidades" o tejidos. De la misma manera, los tejidos se organizan para formar sistemas, y los sistemas para concebir un ser vivo. Los seres vivos crean comunidades y éstas, en conjunto con los ecosistemas, conforman un mundo. Finalmente, el universo es la integración armónica de los distintos mundos. La misma matriz y las mismas funciones se encuentran en cada partícula de vida: desde la microscópica célula al vasto cosmos en constante expansión. | ||
© Silvia Mamana, publicado en revistaKiné nº 56, abril – mayo de 2003 |
sábado, 11 de agosto de 2012
Así en la célula como en el universo por Silvia Mamana
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