Nuestro organismo se enfrenta a una enorme variedad de agentes potencialmente infecciosos. Muchos virus, bacterias, hongos, protozoos y parásitos son capaces de penetrar en el cuerpo causando enfermedades, e incluso la muerte. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las infecciones son de duración limitada y dejan muy pocas secuelas. Esto se debe a la acción del sistema inmunológico, que nos protege de los agentes patógenos. El sistema inmunológico está compuesto por distintos tipo de células y órganos, ubicados a lo largo del cuerpo(1). Muchas de esas células se alojan en los ganglios que forman parte del sistema linfático. Además de los vasos sanguíneos, el organismo dispone de otro sistema de vasos: el sistema vascular linfático. Los vasos sanguíneos forman un sistema circulatorio cerrado, con una bomba central (el corazón), un tracto de salida (arterias y capilares) y un sistema de retorno (venas). Los linfáticos son un sistema de drenaje cuyos vasos, los capilares linfáticos, terminan en fondos ciegos. Estos se transforman en vasos cada vez mayores que convergen en grandes conductos linfáticos que desembocan en las venas subclavias, en la base del cuello. Los fluidos son el sistema de transporte del cuerpo. Todos ellos son básicamente un solo fluido (formado esencialmente por agua) que se transforma, cambiando sus propiedades (2). Un 10% de la sangre que circula en las arterias hacia el espacio intercelular vuelve al corazón a través de los vasos linfáticos. Como parte del sistema inmunológico del cuerpo, el sistema vascular linfático tiene las siguientes funciones: • Devolver a la sangre el líquido y las proteínas plasmáticas que se escapan de la circulación. • Devolver a la sangre los linfocitos circulantes que atraviesan los ganglios. • Añadir a la sangre los anticuerpos sintetizados por los ganglios. • Transportar las sustancias que no deben o no pueden circular directamente por la sangre: partículas de grandes dimensiones que no pueden atravesar la pared de los capilares sanguíneos (hollín, bacterias, etc.) o los lípidos reabsorbidos por el intestino. Existen vasos linfáticos en todos los tejidos a excepción del sistema nervioso central, los cartílagos, los huesos y médula ósea, el timo, los dientes y la placenta. A lo largo de su recorrido, estos vasos atraviesan unos cúmulos de tejido denominados ganglios linfáticos, que son estaciones de filtración donde se depura la linfa. Hay en el cuerpo alrededor de 800 ganglios linfáticos. La linfa es el fluido que circula dentro de los vasos linfáticos. Debido a que estos tienen aberturas mayores a las de las membranas semipermeables de los capilares sanguíneos, son capaces de remover de los espacios intercelulares moléculas más grandes como proteínas, grasas y bacterias. La linfa es esencialmente un ultrafiltrado de plasma sanguíneo. Tiene casi la misma composición que el líquido intercelular, salvo por una mayor concentración de proteínas, grasas y bacterias. El transporte realizado por vía linfática es considerablemente menor al de las venas: unos 2 litros de linfa al día frente a los 7.000 litros de sangre que circulan por el cuerpo en un día. A pesar de ello, una dificultad en la circulación linfática produce considerables edemas.
La expresión a través de la linfa
En Body-Mind Centering, la percepción y el trabajo con los distintos fluidos del cuerpo se asocian con los estados de "fluidez" o "rigidez" del movimiento y de la mente, con el equilibrio entre la tensión y la relajación, y entre el descanso y la actividad. Para los que trabajamos como facilitadores en sesiones individuales de trabajo corporal o masaje, los fluidos son una forma de identificar, nuestro estilo de contacto manual, modulándolo y adaptándolo de acuerdo a los requerimientos de nuestros pacientes / alumnos, o del sistema corporal que intentemos abordar. En nuestro trabajo con otros, podemos encontrar que nos expresamos a través de alguno o varios de ellos, mientras otros permanecen en la sombra. La gama expresiva de los mismos, que va desde un contacto intenso (sustentado por las cualidades de la sangre) a un contacto sutil (expresado por el LCR), determina nuestro estilo personal. En el caso específico de la linfa, encontramos una relación con el espacio definido, y también con un foco de atención directo y sostenido. Esta cualidad nos permite estar atentos y concentrar nuestra intención, tanto al expresarnos en lo cotidiano, como también en nuestro trabajo con los demás. La expresión personal sustentada por las cualidades de la linfa aporta claridad para pensar, decidir y actuar. |
Notas 1. Los órganos que componen el sistema inmunológico son la médula ósea (donde se producen las células sanguíneas), el timo y el bazo. Hay por lo menos 24 tipos de células con capacidad de defensa, dispersos en todo el cuerpo. Además de alojarse en el sistema linfático, estas células se encuentran bajo la piel, en las mucosas, en las amígdalas, en las adenoides y en la submucosa intestinal. 2. Para una descripción de las características de cada uno de ellos, ver El cuerpo fluido, en Kiné nº 45, diciembre de 2000. |
© Silvia Mamana, publicado en Kiné nº 69, diciembre de 2005 / abril de 2006 |
sábado, 11 de agosto de 2012
El poder de la linfa por Silvia Mamana
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