sábado, 11 de agosto de 2012

Los ritmos del sistema nervioso autónomo por Silvia Mamana


El sistema Nervioso Autónomo (SNA) o Neurovegetativo controla el funcionamiento biológico el cuerpo durante el sueño y la vigilia. Este control opera en gran medida en forma inconsciente. Aunque la función autónoma no depende de la voluntad, forma parte de procesos (que incluyen sensaciones, emociones y motivaciones) que son complementarios de la actividad cognitiva y voluntaria. Algunos de los procesos que controla el SNA son:
  • El mecanismo de la respiración en los pulmones (respiración pulmonar) y en los tejidos (respiración celular), midiendo la concentración de oxígeno y dióxido en la sangre y otros tejidos.
  • El rendimiento cardiovascular en todo el cuerpo, regulando el flujo sanguíneo según las necesidades del cuerpo.
  • La alimentación a través de la ingestión y la digestión que involucra las funciones del tracto digestivo y sus órganos accesorios (hígado, vesícula y páncreas), y la eliminación de deshechos.
  • El metabolismo de los distintos tejidos.
  • El equilibrio hídrico a través de la ingestión de líquidos, y la eliminación a través de los riñones y la vejiga.
  • La reproducción, regulando las funciones glandulares. El SNA tiene dos divisiones principales: simpática y parasimpática. Los nervios del Sistema Nervioso Simpático (SNSi) se originan en las áreas torácica y lumbar de la médula espinal, por lo que se lo conoce también como sistema toracolumbar. Los nervios del Sistema Nervioso Parasimpático (SNPs) se originan en el cerebro y en el área del sacro por lo cual se lo denomina sistema Craneosacro.
El propósito del SNA con sus dos divisiones es el de mantener la homeostasis o equilibrio fisiológico.
El Sistema Nervioso Simpático
El Sistema Nervioso Simpático (SNSi) se activa en situaciones de emergencia, preparando al cuerpo para la acción a través de la liberación de noradrenalina, un neurotransmisor de acción duradera. Fisiológicamente hay un incremento de flujo sanguíneo hacia los músculos esqueléticos acompañado de un aumento del tono muscular, del ritmo cardíaco, de la frecuencia respiratoria y de la actividad de la médula suprarrenal, que libera en la sangre adrenalina y noradrenalina, que a su vez potencian el efecto simpático.
En Body-Mind Centering (BMC) consideramos al SNSi como una red de comunicación que canaliza información desde el sistema entérico(1), y desde los centros autónomos y los somáticos, a través de todo el Sistema Nervioso. Mediante su acción registramos y dirigimos nuestros procesos y movimientos internos, y nuestros procesos energéticos. En la vida cotidiana la actividad simpática es predominante cuando nos embarcamos en actividades físicas y cuando la atención está dirigida hacia el exterior, por ejemplo, al enfocarnos en logro de objetivos.
Tradicionalmente a esta rama del Sistema Autónomo se la relaciona con el mecanismo de respuesta al estrés (2), que se activa cuando el organismo está sobrecargado o abrumado. Este proceso es un patrón reflejo que genera dificultades para procesar tanto experiencias pasadas como presentes, así como también para organizar y planificar el futuro. El SNSi lleva las señales de alarma a todo el cuerpo, informando sobre situaciones que ponen en riesgo la supervivencia y que requieren un estado de mayor atención.
Emocionalmente, el SNSi nos puede llevar a un estado de alerta y vigilancia, y a una sensación de percepción clara y aguda. Si está equilibrado, ante la exigencia podemos mantener un estado de conciencia calmo y sostenido. Si no lo está, se generan las respuestas como el “distress”, depresiones, o ataques de pánico.
El sistema Nervioso Parasimpático
En contraste, la acción del Sistema Nervioso Parasimpático (SNPs) apunta a disminuir el gasto energético y a restablecer el bienestar general del cuerpo. El neurotransmisor predominante es la acetilcolina, que se degrada rápidamente, por lo que sus efectos son menos duraderos que los producidos por el SNSi. Fisiológicamente produce un incremento del flujo sanguíneo hacia los órganos del tracto digestivo, para sustentar la digestión, acompañado de una disminución del tono muscular, de la frecuencia respiratoria, del ritmo cardíaco y de la actividad de la médula suprarrenal. La meditación, las somatizaciones, etc., así como el comer y el dormir son actividades parasimpáticas.
Para BMC, el SNPs provee el tono básico para la comunicación y para la integración de los diversos aspectos del sistema nervioso. Es el encargado de registrar el tono nervioso de base de un área determinada, y también de todo el cuerpo. El SNPs produce un estado de conciencia dirigido hacia la percepción interna, y favorece nuestra capacidad para procesar. Está orientado hacia el descanso, la relajación y la recuperación, nos provee de nuestro sentido del ser, y nos permite percibir la realidad en forma global, sin hacer hincapié en ningún aspecto de ella en particular.
El equilibrio autónomo
Actualmente hay diversos métodos y técnicas terapéuticas que se basan en el logro del equilibrio del Sistema Nervioso, y especialmente del Sistema Autónomo, como forma de recuperar la salud, tanto física como emocional. Si el SNA se encuentra equilibrado, percibimos en el cuerpo un sentido de vitalidad y bienestar.
Así como un desequilibrio en las raíces nerviosas del Sistema Nervioso Somático (o voluntario) puede manifestarse, por ejemplo, a través de problemas musculares, una falta de equilibrio en el Sistema Autónomo puede originar no sólo disfunciones orgánicas sino también problemas emocionales, de percepción y cognitivos. Este desequilibrio se encuentra frecuentemente en la base de los problemas crónicos.
Para BMC, las actividades simpática y parasimpática no son antagónicas sino complementarias. Cada una de ellas actúa como soporte de la otra. Tener dos sub-sistemas opuestos de registro y control nos ayuda a prevenir una reacción exagerada cuando se debe cambiar de la manifestación simpática a la parasimpática, o viceversa, debido a las exigencias internas o del medio ambiente. La alternancia de expresión de estos dos elementos es necesaria para el equilibrio del sistema. Consideramos que tanto el Sistema Somático como el Sistema Autónomo poseen ritmos que están sustentados por el flujo de actividad que circula por los nervios. Dice Bonnie Bainbridge Cohen:
“Como la inervación autónoma hacia los órganos y glándulas es más importante para los procesos vitales que la inervación somática hacia los músculos esqueléticos, consideramos que el ritmo autónomo es fundamental. El ritmo autónomo sustenta el flujo y la actividad de los nervios somáticos. Cuando éste está restringido, se produce una restricción en el funcionamiento somático. A su vez, bloqueos en los nervios del sistema somático pueden también influir en el sistema autónomo. Un desequilibrio en el flujo entre los nervios simpáticos y parasimpáticos se verá reflejado en nuestra capacidad para “movernos” en el mundo.”
Desde el punto de vista psicofísico, como el SNA responde a la estimulación externa e interna, los estados mentales asociados con él se relacionan respectivamente con el foco externo y el interno. En función de ello, y de las dos posibilidades que tiene el Sistema Nervioso: percibir (vía sensitiva, de la periferia al centro) y actuar (vía motora, del centro a la periferia), podemos considerar que:
  • La actividad simpática está relacionada con la capacidad de percepción del entorno y con el movimiento iniciado en función de lo que se desarrolla en él.
  • La actividad parasimpática está relacionada con la percepción de lo que pasa en el interior del cuerpo, y el movimiento iniciado desde su interior (actividad automática).
Poniendo el énfasis en uno u otro aspecto podemos restaurar el equilibrio psicofísico. Una persona deprimida deberá sustentar sus vías de expresión simpática para lograr una mayor conexión con el entorno y con los demás. Por el contrario, a una persona con problemas de stress, el foco en su flujo parasimpático podrá ayudarle a encontrar el estado de introspección necesario para el descanso y la recuperación.
Considerado de esta manera, el Sistema Autónomo provee los elementos que permiten el acceso a la unidad cuerpo-mente, espacios donde se disuelven los límites entre lo conciente y lo inconsciente, permitiendo la creación de nuevas formas de expresión, y generando oportunidades para la transformación y el equilibrio tanto del sistema nervioso como de los demás sistemas corporales.

Notas:
1. Para una descripción del sistema entérico, ver Kiné nº 60, diciembre 2003
2. En inglés, FFF o “Fight, flight or freeze response” (luchar, huir o paralizarse).

© Silvia Mamana, publicado en Kiné nº 68, agosto / setiembre de 2005

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